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En el marco de este primer módulo, considero fundamental resaltar la importancia de crear puentes entre la academia, la industria y el desarrollo local con una mirada global. La internacionalización de la educación superior no debe limitarse a la movilidad o a la atracción de talento, sino que debe convertirse en una estrategia integral que impulse la innovación, la transferencia de conocimiento y la competitividad de los territorios. Articular a las instituciones educativas con el sector productivo y con las dinámicas locales, bajo estándares y redes internacionales, permite no solo posicionar a Colombia como un destino académico de excelencia, sino también contribuir al desarrollo sostenible, inclusivo y globalmente conectado del país.
Las universidades pueden afrontar los retos de internacionalización mediante un enfoque estratégico que combine la dimensión local (programas de vinculación con el entorno, desarrollo de habilidades y sensibilidad social) con la dimensión global (colaboración internacional, movilidad académica y programas con estándares internacionales). Es crucial integrar estas perspectivas en la planificación institucional, apoyarse en la tecnología y crear políticas y estructuras que faciliten el proceso, como un comité de internacionalización con presupuesto asignado.
La principal estrategia es la Internacionalización del currículo enfocada a contribuir con la formación integral de profesionales para su interacción glocal (Conocimiento Global con acción Local para mejorar la calidad de vida de la sociedad.), a través del desarrollo de conocimientos y competencias, para que puedan alcanzar los resultados de aprendizaje propuestos por la Universidad en un contexto interdisciplinario, multicultural e internacional, para la formación de los profesionales del siglo XXI: ciudadanos del mundo, con identidad cultural comprometidos con el desarrollo sostenible y el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad.
Desde el liderazgo universitario, considero que el gran desafío de la internacionalización es hacerla parte del ADN institucional, no solo un conjunto de programas o convenios. En Cartagena, por ejemplo, hemos comprobado que cuando la internacionalización se conecta con el desarrollo local, con el turismo sostenible, la innovación social o el talento tecnológico, el impacto es tangible y transformador. Liderar este proceso implica inspirar equipos, construir alianzas con propósito y abrir puertas para que el conocimiento fluya entre culturas, sectores y territorios. Solo así lograremos que lo global se viva desde lo local, con sentido y con resultados reales para nuestras comunidades.
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